Las leyes se han convertido en esta XIV legislatura en unos productos marchitos, al tiempo maquillaje de urgencias caprichosas y mortaja de la sindéresis. Componen un espeso bosque donde es difícil ver la luz de la coherencia y el regazo de la seguridad. Son pantanos del desorden, habitáculos del embrollo y, lo que es peor, lazos para los incautos. Malas prácticas han existido siempre pero la naturaleza y la intensidad de los despropósitos actuales tienen la vitola de la novedadLee el resto…