Entre los más antiguos se encuentran Platón y Aristóteles. El primero, aunque con melindres, aceptaba que los esclavos eran propiedad de su amo y que por consiguiente podían ser enajenados; para Aristóteles, unos hombres están destinados a la sujeción y otros a mandar, unos son por naturaleza libres y otros esclavos, una situación conveniente y justa. ¿Qué hacemos con estos energúmenos? Derrribar sus estatuas creo que no merece la pena porque es muy probable que les falte un brazo oLee el resto…