Diálogo entre el General Primo de Rivera y el coronel Franco. Caía el sol a plomo. Las piedras lamentaban ser piedras y no poder moverse pero los lagartos, que sí podían moverse, se escondían a la busca de la sombra. Se oía, como un interminable rasgueo, el gárrulo chirrido de las chicharras. El moro que servía, con un lamentable zurcido en los zaragüelles, fumaba kif y se espantaba las moscas. El tiempo parecía irremediablemente detenido en aquel rincón torrefacto delLee el resto…