Los aplausos se dividen en dos grandes grupos: los dignos y los indignos. Son los primeros aquellos que se dispensan a un actor de teatro al que vemos recitando los versos de una comedia de Lope de Vega o a una soprano cantando el aria “Ah, non credea mirarti” de “La sonámbula” belliniana. O a un torero que, con las zapatillas fijas en el albero, recibe a un toro engallado de quinientos kilos con unas verónicas plenas de sol yLee el resto…