Cartas, carteros

Hace años,cuando los medios de comunicación eran tardos como paso de vaca,la llegada del cartero constituía un pequeño acontecimiento que tenía el privilegio de perturbar el cachazudo ritmo de los días.Porque con el cartero venían noticias de la novia,del hijo en Melilla (y,antes,incluso en Cuba o en Filipinas),del nacimiento de un nuevo sobrino,de la muerte de algún pariente o acaso el relato de menudencias familiares, detalladas con tan ingenua morosidad como original sintaxis o atrevida caligrafía.Con frecuencia,las cartas incluían los vacilantes palotes que el nietecito, en los comienzos de su aprendizaje, dirigía a la abuela, palotes que convertían a la anciana en un pavo real y que ésta mostraba como magnífico trofeo al vecindario todo;y,luego,en Navidades,las casas se llenaban de tarjetas y felicitaciones, que eran palomas de paz liberadas justamente por el cartero de la jaula de su enorme bolso de cuero…¡Ah,el bolso de cuero de aquellos antiguos carteros,panza grávida de amores y desamores,de lutos y de júbilos! Amal,el niño dulce y enfermo que puebla el divino poema dramático de Rabindranath Tagore,muere precisamente acechando la llegada del cartero del Rey…

Pero hay más.Muchas de las emociones que los grandes escritores (y no sólo ellos,el mismísimo san Pablo) nos han transmitido a lo largo de la historia se han valido del vehículo de la correspondencia,un género en el que deben incluirse tanto las cartas propiamente dichas como aquellos escritos que utilizan la forma epistolar a guisa de embalaje de composiciones poéticas, políticas, satíricas o incluso narrativas.¿Es necesario recordar a Cicerón,a Séneca,a Horacio,a san Jerónimo o a san Agustín? ¿Cómo puede conocerse el siglo XVII francés sin las cartas de la inquieta y culta viuda de Sevigné? ¿Quién puede olvidar que Montesquieu conoció el éxito literario con sus demoledoras Lettres persanes?¿Qué cuerdas sentimentales no se han visto afectadas por las Cartas de Merimée,el gran masajista del alma de nuestra Eugenia de Montijo? Nada menos que el De profundis de Oscar Wilde está escrito en forma de Epistola (a su amigo Robert Ross),una treta ideada para que el texto pudiera salir de la cárcel a la que la hipócrita sociedad inglesa había conducido a su genial autor.Y entre nosotros ¿quién no se ha desternillado de risa con muchas de las cartas de Quevedo? ¿quién no ha gustado la elegancia del duque de Rivas? En forma de cartas está escrita nada menos que Pepita Jímenez (¡como el Werther!) y alguna parte de la narrativa del gran Pla.De las íntimas,de las cartas propiamente dichas,las de Goya o las más próximas de Valle-Inclán,de Azaña,de don Ramón Pérez de Ayala citadas así a vuela pluma y tantas otras.

Pero de todo esto no queda sino la burbuja del recuerdo.Hoy,si abrimos la correspondencia que nos deja el cartero sabremos que hemos tenido la enorme suerte de figurar entre los afortunados que han conseguido gratis un reloj que podremos recoger si acudimos a un estupendo cocktail de presentación de los nuevos jabones «la piel tersa»;que un chinito puede salvar su corrompida alma de hereje si colocamos una limosna en la generosa cuenta corriente de unos seráficos padres;que un especialista por Oxford en carcomas y otros insectos xilófagos nos libera de ellos a perpetuidad;que una simple pulsera nos permitirá hacer un resuelto corte de mangas a los puñeteros dolores reumáticos;que si compramos una enciclopedia,la editorial nos regala una cubertería de plata (sin duda,para poder comernos bien los libros);que formamos parte de los trece millones largos de españoles que participamos en un juego que puede llevarnos con un poco de suerte a un excitante viaje a Tenerife;en fin,que para desentumecer los músculos de nuestra inteligencia nada mejor que apuntarnos a un curso de acupuntura o de confección de tortitas de nata en microondas; a un estupendo master de marketing o de informática empresarial con autoedición Windows 56.Todo ello sin contar con que el Banco no sólo se complace en someter nuestros ahorros a la permanente operación aritmética de la resta sino que,además,nos aflige con su diario y mortificante recuerdo.

Lo demás,las noticias que contribuyen a tejer ese delicado cañamazo que es el mundo de nuestros sentimientos,de nuestras esperanzas o nuestros desvaríos,las que afectan a los más delicados hilos de nuestra frágil urdimbre humana,esas,ay,no nos llegan con el sosiego de la letra escrita; esas nos atropellan con el estrépito y la alarma del telefóno, que invade de forma extemporánea e inclemente nuestra intimidad como la invade el pájaro aturdido que de pronto se cuela por nuestra ventana.

Queda,no obstante,la esperanza:si la humanidad no ha olvidado definitivamente el hábito de la escritura morosa,informal,culta o inculta pero capaz de recoger el pálpito de un sufrimiento o el guiño de una sonrisa ¿será posible que algún diabólico invento nos traiga de nuevo la letra del padre, la torpe ortografía del pariente del pueblo,los palotes del nieto?

 

Publicado en: Blog, Soserías
2 comentarios sobre “Cartas, carteros
  1. viejecita dice:

    Pues ese invento existe, querido Profesor. Que gracias al scanner, y luego al internet, nos llegan los dibujos, los palotes, y las fotografías de los nietos. Y podemos recibir por e-mail, incluso filmaciones cortas con sus primeros pasos, y sus voces , y sus risas, y sus llantos y perretas infantiles. Y podemos escuchar a la vieja tía, que ya no está, cantando canciones pícaras de su juventud.
    Yo tengo cartas antiguas, escritas por mi padre desde Rusia, pero se murió demasiado joven, y no queda rastro de su voz…
    Claro que tampoco sabemos cómo sonaban las genialidades de Oscar Wilde dichas por él mismo…
    Este mundo moderno, tiene algunas cosas muy buenas…
    ( Y al cartero amigo, le encanta venir a casa con paquetes de Amazon, por los recibimientos que le hacemos )

  2. – ¿Cómo podría huir de éste mundo para sumergirme en la intimidad de los sentimientos sin móvil ni teléfono?.
    -Sin móvil ya no es posible amigo.
    -¿por qué?.
    -Pues por que el móvil ya es imprescindible?.
    -Entonces ¿Qué puedo hacer?.
    -Descárgate libros clásicos en el móvil.
    -¿Es posible?.
    -Sí, y además tienes obras como Hamlet, Tragedias Griegas y otras de gran categoría gratis o a precio ínfimo….y mientras sufres el metro o alguna espera puedes masajear tu espíritu utilizando la técnica moderna.
    -Amigo me has salvado la vida.
    -Para eso estamos.
    -Gracias.

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