Es bien cierto que el arte de la oratoria se está desvaneciendo y buena prueba de ello es el Parlamento donde raro es el diputado que no lee sus discursos. Pero la novedad más espectacular se ha producido en el mundo de las conferencias de las que vivimos una buena porción de pelmazos. Preciso es recordar, con Ramón Gómez de la Serna, que el grito de hambre más digno que puede dar el hombre es la conferencia. Él vivía deLee el resto…