El Tratado de Roma, firmado en 1957, merece una conmemoración de gala, una fiesta que sirva para recordar a los ciudadanos -a los jóvenes y a los que ya no lo son- lo mucho y bueno que los europeos hemos conseguido en estos sesenta años. Porque sería una muestra de desagradecimiento desconocer el cambio que ha supuesto para nosotros la idea de la unidad europea. ¿Es preciso evocar cómo se desarrollaba la vida a finales de esa década de losLee el resto…