Aplausos y silencios

En la España de hoy, pura delicia para soñar del gran Quevedo, a quien “azuza pendencias, revuelve caldos, alimenta cizañas y califica porfías” se le aplaude con ofensivo regocijo en el comité, en la comisión, en la elección y en cualquier ocasión y todo por mantener la manutención, la subvención y la corrupción.

Y es que simplemente por recibir la bendición del fullero, del tramposo y pernicioso, hay españoles capaces de practicar el aplauso o el silencio contumaz y no avergonzarse de hacerlo ante un codicioso urdidor de patrañas. 

Sèpase que el aplauso es hijo del embeleso, del arrobamiento y del éxtasis ante quien proporciona el condumio.

El aplauso es la humillación exhibida sin pudor en el mercado donde se despacha el cinismo.

El aplauso es la llave para entrar en la barraca de la hipocresía, allí donde la moneda de curso legal es la canallada.

El aplauso es el ungüento con el que se unta y embadurna el zalamero sumiso.

El aplauso es el gargajo del sectario.

Luego está el obsequioso que, además de aplaudir, se pone en pie. Este acto de exaltación villana es la rúbrica del humillado, como si dijéramos, el refrendo de quien acepta encantado su vileza.

Ponerse en pie es ya pedir cobijo definitivo en una zahúrda.

Por ello a quien, además de aplaudir, se pone en pie con los ojos inyectados en degradación agradecida no le falta más que soltar una flatulencia para no dejar cabo suelto de su humanidad desaseada.

Está luego quien practica el silencio mirando para otro lado ante la concatenación de embustes disfrazados de hallazgos del progreso plurinacional y feminista.

Este es el mago del fingimiento, el brujo de la falsedad. Un alma chorreante de cuajarones de doblez.

Que no orilla artificio como no desprecia disfraz ni oculta bigardia.

Hablamos de quien calla con alevosía, de quien ofrece muestras de despiste ante los diarios homenajes a la infamia, de quien absuelve a quien dice hoy lo contrario de lo que dijo ayer, de quien contempla con el chándal de la indiferencia la expulsión del compañero discrepante enarbolando ¡encima! la bandera de la libertad, en fin, de quien permite que el jefe practique el sexo, en una cama llena de muertos bien asesinados, con lo más depravado de la sociedad política.

Esos áfonos, mudos, astutos practicantes del sigilo, esos que emplean un rimero de silogismos y corolarios para blanquear lo ennegrecido, esos serán acogidos en el consejo de administración de la multinacional de la bellaquería.

Etiquetado con:
Publicado en: Blog, Soserías
Un comentario sobre “Aplausos y silencios
  1. JOSE EUGENIO SORIANO dice:

    EXCELENTE. TIENES QUE HACER YA UNA PROPUESTA DE DISTINCIÓN ENTRE MARIACHIS, ADULADORES, PELOTAS, LISONJEROS, SERVILES, O¡PANEGIRISTAS!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Comentarios recientes