Oxímoron y galimatías

El oxímoron ¿es contradicción como dice el Diccionario? Será así pero para mí la contradicción es vida, se trata de la rica complexio oppositorum que inspira la dialéctica y ha conformado la actuación de instituciones venerables como la Iglesia católica. Nada pues de descalificaciones.

Porque es de la contradicción de donde se extrae el jugo de la vida como de la vid sale el jugo sagrado que se convierte en vino. La contradicción es vibración, temblor de ideas, cimbreo del pensamiento, el blasón al cabo de nuestras debilidades … Caminamos por la vida entre contradicciones, acariciándolas, mostrándoles nuestra gratitud, cabalgándolas, solo los compatriotas muy minerales abominan de ellas.

Por eso es tan afortunada la expresión que el Gobierno ha puesto últimamente en circulación: la “agresión sin violencia”. Ha sido ya objeto de burlas  cuando debe serlo de estudio y respeto. Porque agresiones violentas ha habido miles desde la guerra de Troya para acá, por ello carecen de originalidad, nada ilustran y todo lo deslustran.

Sin embargo, cuando nos encontramos con una “agresión sin violencia” es como cuando encontramos el veneno aliviador, el volcán sosegado o la casa de lenocinio rebosante de jóvenes vírgenes. 

Ya contamos en España con el bachillerato sin exámenes, con la historia sin reyes, con trenes sin carriles y túneles sin trenes, con golpistas en la verbena del barrio y con lobos tiernos que hacen ascos a comerse un corderito.

También disfrutamos de perros mastines con horario de oficinista del Catastro en régimen de jornada continua y pronto tendremos truchas que, en lugar del jamón tradicional pero humillante, lucirán los colores y las insignias de algún colectivo maltratado. Hasta que se prohíba pescarlas, que ya va siendo hora.

Triunfa pues el oxímoron al que debe añadirse la polisémica polémica que se inicia con el “no es no” y llega al “sí es sí” pero que pronto quedará completada con el “sí es no” y el “no es sí”.

Y de nuevo habrá voces críticas que se cachondeen o que adviertan – con el dedo dogmático- que nos acercamos al precipicio del galimatías. O sea al lenguaje oscuro, confuso o desordenado.

Nada más lejos de la realidad. Se trata de entronizar la riqueza del oxímoron con la fertilidad del galimatías convirtiendo ambos, oxímoron y galimatías, en estandartes de la acción colectiva y pública.

Si aquellos revoltosos franceses de finales del siglo XVIII se hicieron célebres con esa bobada de la libertad, la igualdad y la fraternidad, nosotros, en esta hora imaginativa que estamos alumbrando, haremos pabellón del oxímoron y el galimatías.

Serán ambos bandera, la seña y la señal de la renovación inclusiva del mamotreto de la Historia que hemos inaugurado y cuyas páginas estamos escribiendo con la tinta de hechos cada vez más memorables. 

Así pues el oxímoron y el galimatías como ofrendas, como exvotos a colgar en el Templo de nuestra Cogobernanza. Que es empática, plural, solidaria, ecofeminista y de cultura memorial.  

Publicado en: Blog, Soserías

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