Rehabilitación del preso

Eran dos señores, el uno espiritado, el otro inflado; el espiritado castigaba al prójimo como poeta; el inflado como tertuliano; ambos han aprobado varios másteres sobre pamplinas en colores. Gustaban de hablar claro y franco, por eso decían lo que sigue:

El espiritado:

– Los especialistas aseguran que la prisión sirve para reeducar al penado y hacer de él un hombre hecho y derecho, o sea, de provecho. Pues yo te aseguro que eso no es así y que lo ocurre en puridad es …

El inflado:

– … que salen más golfos que entraron y por tanto que la cárcel es escuela superior de delincuentes.

Yo llevaba tiempo siguiendo esta conversación y, cuando oí esto último, ya no pude aguantar y salté.

– Perdonen que me meta en donde no me llaman pero …

– Encantados de oírle, dijeron, quitándose la palabra.

– El Gobierno acaba de indultar a unos presos que son partidarios del diálogo y del entendimiento, que los sindicatos les consideran personas honorables, que acatan las leyes y la Constitución, que alivian la tensión social allá donde van como el fisioterapeuta alivia la tensión cervical, que hacen autocrítica, que son personas destacadas y líderes en la vida social …

– Lo hemos oído en la radio.

– Pues fíjense que, si todos estos penados hubieran estado adornados por estas virtudes cívicas, no se entiende por qué coño, coña, coñe, los enviaron a prisión.

Pausa.

– La realidad – seguí explicando- es que, antes de la celda, cuando estaban en libertad, fueron delincuentes, lo que ocurre es que se han regenerado,. De donde se sigue que la cárcel obra milagros y crea entusiastas del orden constitucional.

El espiritado y el inflado torcieron el gesto. Yo continué:

– Han de saber además que esa excelencia ciudadana tan apreciable la han adquirido en tan solo tres años, facilitado el éxito – todo hay que decirlo- por el hecho de que salían y entraban de la cárcel como Pedro por la Moncloa, quiero decir, como Pedro por su casa.

Asintieron el espiritado y el inflado, cierto que con cara de panolis asombrados.

– De donde se sigue – continué yo- que la cárcel reeduca y rehabilita, tonifica, proporciona vitaminas y minerales, alivia irritaciones y refuerza el sistema inmune.  Y lo más importante: hace de un delincuente que se pone la Constitución por montera un ciudadano pacífico, que cada día enciende una vela a esa Constitución como su abuela se la encendía a san Onofre.

El espiritado y el inflado se dieron por derrotados:

– ¿Usted cree …?

– Yo creo que con el tratamiento carcelario han adquirido – lo ha dicho el Gobierno- “utilidad pública” siendo claro que el interés de la Nación les necesita para recuperar el ambiente de concordia.

Cuando ya los creía vencidos, el espiritado y el inflado se irguieron y me soltaron:

– Entonces, si tan valiosos son para el diálogo, el entendimiento, el reencuentro y la concordia ¿por qué los ha inhabilitado el Gobierno para actuar en la vida pública?

– Aguda observación ciertamente, por ello les propongo lanzar entre los tres un manifiesto pidiendo, no solo que les supriman el inicuo castigo de la inhabilitación, sino más aún: que les obliguen a ser diputados y ministros.

Y redactaron el manifiesto que ya puede usted firmar lector / lectora/ lectore.

Publicado en: Blog, Soserías

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