Se encuentran en un salón amplio donde el único mueble de valor es una cómoda abombada de nogal con marquetería de boj, la Reina Luisa Isabel, que toma una taza de chocolate muy caliente; la camarera mayor, condesa de Altamira, que no toma nada porque es circunspecta tirando a venerable y un joven tañedor de vihuela,que tomaría algo de buen grado si alguien se lo ofreciera.
-Tañe,tañedor.
-¿Qué composición desea, Majestad?
-Algo triste, muy triste, que haga juego con mi estado de ánimo que debería ser regio pero está alicaido y lánguido.
El tañedor de vihuela tañe una variación aflictiva y congojosa, inspirada en un viejo romance morisco.
-Decidme, Condesa, que esta prisión que sufro es injusta.
-La regia voluntad, que ha determinado que su Majestad sea conducida a este alcázar, me inspira un gran respeto y no puedo…
-¡Me muero en este alcázar que es más fúnebre que un jesuita haciendo gracia! ¡Y todo por una ventosidad y un par de eructos que nadie percibió!
-Alguien los percibió y el número fue mayor según el informe del señor inquisidor general…
-¡No estaba presente!
-Majestad, un inquisidor que inquiera como Dios manda tiene informadores. Se dice que los vientos fueron cuatro o cinco pues no se puede precisar con total exactitud el remate de uno y el comienzo del escape del siguiente…
-Te insisto en que no pasaron de dos…
-Los eructos están documentados en la medida en que tales evacuaciones pueden documentarse con rigor: siete, aunque, al parecer, expelidos en momentos distintos de la ceremonia.
-¡Qué ceremonia! Estaban vistiéndome…
-Lo que es sencillo e incluso intrascendente acto en una cortesana y no digamos en las toscas villanas, tórnase ceremonia cuando quien se viste es la regia persona.Estaba presente el real servicio sin contar al confesor matutino, el venerable padre francés…
-El padre francés no entiende el español…
-Majestad, el lenguaje de la flatulencia es universal y a buen seguro se practica en la corte de Francia, sólo que sin testigos.
-Todo eso no es motivo para que mi regio esposo me encierre entre estas cuatro paredes.¡No tengo más que diecisiete años y alguna regia travesura me debería estar permitida!
-¿Llamais travesura a lo de Balsaín el pasado verano?
-Hacia calor, Condesa, y no estaba desnuda cuando me sorprendió el atabalero: llevaba puestas las medias hasta las rodillas.
-¡Jesús, ni acordarme quiero! ¿Y vuestras camaristas? ¿Cómo iban vuestras camaristas?
-Había alguna in puribus, es cierto, como la marquesa de Villena pero las demás iban recatadas pues llevaban medias como Yo.
-Todo lo vió desde sus habitaciones el Padre d’Aubeton.
-Ese gordo…
-¡Jesús sacramentado! ¡Gordo el venerable padre!
-Gordo es y nos espiaba. En vez de estar rezando y confesando que es lo que tienen que hacer los jesuitas confesores, estaba mirando por la ventana los juegos inocentes de la Reina y de sus camaristas.
-Se acordará su Majestad que todos coincidieron:el Gabinete,el nuncio y el señor obispo de Toledo, don Diego de Astorga, que es una eminencia.
-¡Un intrigante!
-Un santo varón, Majestad. Hubo acuerdo, como recordará su Majestad, en el tratamiento:en lo temporal, los médicos, tomándolo por regio desvario, ordenaron aplicar sangre de pichón en su soberana cabeza, que le hizo mucho bien y los eclesiásticos, en lo espiritual, dispusieron poner junto a su lecho el cuerpo incorrupto de san Diego, rezar siete rosarios seguidos al despertar y escuchar en la sobretarde las sentidas homilías de doce canónigos.
-¡Todo lo cumplí!
-Sin embargo y pese a lo acertado del tratamiento, ha recaido. Ahora no se vería su Majestad en este alcázar si no fuera por la exhibición de flatulencia y porque… porque todavía colea el asunto de … ¡vergüenza me da el recordarlo!
-¡Hable claro, Condesa!
-Majestad,me refiero…(sofocada y con la pechuga en abiertas sacudidas) …me refiero a lo del …
-¿Cebador de aves?
-Exacto: un hombre joven, toda su familia de Sigüenza, atractivo para muchas mujeres pecaminosas y de no muy buena reputación en Palacio…
-¡No estábamos en la cama! Me enseñaba el arte de cebar y cómo se cosen los ojos a las aves…
-¿Y se puede saber para que quiere la Reina de España cebar aves?
-Si me cogió por el talle fue porque Yo se lo pedí pues me estaba viniendo un mareo consecuencia del olor tan fuerte de aquellos bichos…
-Y apareció el embajador y el Padre Orendán…
-Que fue espia de Alberoni y andaba haciendo méritos para arzobispar…
-Un santo varón que hizo muy bien en poner el asunto en conocimiento de su Majestad.
Terminó entonces el tañedor su triste variación. Era esbelto y espigado y tenía esos ojos que se llaman soñadores (no de sueño) porque hacen soñar a las damas escenas impecablemente lujuriosas. La condesa de Altamira, enjuta de carnes y alumbrada por perversas luces, pidió permiso para retirarse a sus aposentos con el pretexto de poder cumplir su rígido horario de rezos.
Sola la soberana, percibió la presencia del tañedor que solicitaba permiso para descansar. La Reina le tomó de la mano y le pidió, entre hipos y otros espasmos de su regio repertorio, que se quedara con Ella para tocarle la vihuela.
Por una rendija, sabiamente dispuesta, veía la escena la condesa de Altamira que salió precipitadamente a poner el suceso en conocimiento de su Majestad el rey Luis I, en quien su padre, el quinto Felipe, había abdicado no hacía mucho la Corona con discutidas intenciones.
-No tiene importancia porque ¿con quién más importante que su marido podría engañarlo?, tendría que ser con otro rey y en ése caso seria engañarlo con un igual………
-Hombre visto así.
-Por lo tanto yo si fuera rey no me preocuparía en absoluto de las andanzas de mi esposa.
-Pero ¿sabes que no eres rey?.
-¿Que quieres decir?.
-Que cuides lo que tienes en casa.
-¿Estás seguro?.
-Seguro.