En el pasado “aplicación” era la disposición de ánimo que un escolar tenía para hacer los deberes que le imponía don Julio, el maestro. Y cuando un padre o madre (que no se debe discriminar) recibía la noticia de que su hijo Manolito era “aplicado” la máxima alegría se apoderaba de la feliz pareja y todo en la casa era una inundación de gozos y parabienes.
Hoy día ignoro si sigue vigente este significado de la palabra “aplicación”, quizás se haya extraviado en el lenguaje postmoderno lleno como está de vocablos inteligentes y en red. Lo que sí puedo asegurar es que la “aplicación” hoy más en boga es la que alude a un programa informático que se puede descargar en los cachivaches al uso. Quien no tiene en su ipod, ipad, tablet, móvil etc aplicaciones y más aplicaciones debe darse por perdido para el tráfago actual y debe ir pensando en convertirse en momia de pirámide o en alguna otra antigualla acreditada y con prestigio.
La misión de la aplicación es la de facilitarnos la vida. Que usted quiere leer el periódico de su preferencia (que siempre debería ser “La Nueva España”) y no tiene ganas de acercarse hasta el quiosco porque se puede resfriar, acude a la aplicación correspondiente en su móvil y se lee tan feliz los debates de la Junta General. Que usted quiere saber donde se come en Asturias las mejores fabes con langosta pulsa la correspondiente “aplicación” y ahí tiene toda la información deseada y ya puede ir segregando jugos.
Antiguamente, por ejemplo, una joven que, por acabar de parir se veía obligada a atender a una criatura, andaba perdida y en permanente desazón porque no sabía cuándo tenía que dar de mamar ni cuándo tenía que hervir el biberón ni si tenía o no que bañar al recién nacido. Todo era un lío fenomenal y lo que uno se pregunta es cómo es posible que estemos sobre la tierra tantos niños antiguos si nuestras madres andaban tan despistadas y ayunas de información. Hoy, por el contrario, una madre dispone de una aplicación en la que se le aclara que tiene que dar de mamar, que ha de cambiar el pañal, que ha de hervir el chupete y así un sinfín de recomendaciones que nuestras abuelas las pobres desconocían en aquella su infinita ignorancia.
He visto otra aplicación utilísima pues combina la información meteorológica con la moda y la vestimenta. Hasta ahora el hombre del tiempo se limitaba a decirnos el muy cuitado que llovía o que hacía veinte grados en Pravia. Ahora, quien acude a la aplicación de la que hablo, no solo va a disponer de esos datos sino que, además, le va a decir que, si está lloviendo, debe coger un paraguas o ponerse un chubasquero. ¿A que a nadie se le había ocurrido nunca el detalle del paraguas ligado a la lluvia? Pues esta ventaja ofrece esta aplicación, filigrana entre las filigranas.
El hijo de un conocido preboste de la política española acaba de crear, gracias a su ingenio fértil, una aplicación para “ligar”, es decir, para la acción y efecto de llevar al huerto a Purita. Lo que antes hacíamos a bulto, torpemente, preguntando aquello de ¿estudias o trabajas? y otras simplezas por el estilo o escribiendo un soneto mal medido, hoy lo podemos hacer científicamente gracias a esta aplicación que recomiendo a todo aquél que se encuentre en el nuevo y nunca practicado trance de entrar en contacto con una prójima (o prójimo).
Así, todo en la vida se hace más fácil y placentero, de acuerdo con pautas uniformadas y eso que ganamos en certeza y puntería.
Lo malo será el día en que aparezca la aplicación para escribir una sosería. Su creador, el muy cruel, habrá acabado conmigo. ¡Maldito sea su nombre!
-Sabes una cosa yo prefiero éstos tiempos.
-¿por qué?
ahora con un móvil con aplicaciones no necesitas saber nada ni sumar, se lo preguntas al móvil y ya está.
-Sabes me voy a comprar uno.
estas tardando.